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En la cuesta del Parral de Arjona (Jaén), en 2010 se encuentra una necrópolis dinástica, principesca, la de Piquia. Entre su ajuar funerario se halla está única urna funeraria que representa una serie de luchas entre guerreros en sus bajorrelieves.
Deja de nuevo una gran marca de las élites iberas en Jaén, en los alrededores de Ipolka (oppida (en plural)) Con el hallazgo en Urgao (Arjona) la línea dinástica se mantiene en la campiña, en el trazo alto del Baetis.
Es de pequeñas dimensiones y en su interior albergaba los restos calcinados de un hombre y una mujer, siguiendo el rito habitual de incineración propio de la cultura ibera.
Según los análisis forenses de la Universidad Complutense de Madrid, ambos cuerpos fueron quemados a una temperatura inferior a 800 ºC, sin conseguir una combustión completa; una vez finalizada, los restos óseos fueron recogidos minuciosamente de la pira y depositados en el interior, como lo demuestra la presencia de pequeños huesos de las manos o los pies.
Museo Ibero de Jaén. 2020.
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